Como primera entrada de este blog, tras la presentación, me
gustaría publicar un articulo sobre un echo que
escuché en las noticias, algo que me impacto mucho.
Se trata de una oleada de
crímenes sobre niños
albinos. El último recayó sobre una niña de solo seis años, en
Burundi. La pequeña recibió un balazo mortal en la cabeza. Se anunciaba que era la

víctima numero once de estos terribles sucesos desde que se descubriera el primero el Setiembre pasado. Se asegura que las raíces de estos
crímenes masivos se encuentran en
Tanzania donde se ha difundido que la sangre de los
albinos puede traer prosperidad y sus extremidades para mejorar la pesca.
Olelakan Ajia funcionario de
UNICEF comentó que los 'médicos brujos' residentes en
Tanzania trasladaron la cacería de albinos a
Burundi aprovechándose de la pobreza y la ignorancia en ese país. Tras lo sucedido las autoridades del
país ha endurecido las leyes, aprobando una ley que condena con pena de muerte a los autores de esos asesinatos.
No solo
quería comentar esto si no
quería hacer una reflexión sobre la vida repleta de crueldades que los niños
albinos tienen en esos
países, incluyendo como ultimo castigo los asesinatos antes nombrados. Comenzando desde el inicio de sus días, generalmente nada más nacer son rechazados por sus propios padres abandonando a los propios niños y a sus madres, a las cuales se las culpa
debido la condición de su hijo. Años más tarde ya en la escuela tienen problemas para ver la pizarra y reciben
insultos y discriminaciones por parte de compañeros y profesores. Se les margina solo por el echo de ser
albinos. Ya en edad adulta, si
llegan, ya que el sol africano les produce
cánceres en la piel, les es
practicamente imposible encontrar trabajo.
Admás en las zonas rurales de la mayoría de
países de
África se explica su falta de
pigmentación a una maldición cernida sobre la familia,
comoportando así un
alejamiento de está familia de la civilización.
Un ejemplo
clarisimo sobre la marginación, como se puede leer en la
web de 'El
país', es la de
Samuel Mluge, nació hace 49 años en la zona rural del
Morogoro, en
Tanzania.
No conoció a su padre, que se marchó culpando a su madre por la maldición de parir a un niño blanco. En ocasiones, se acusa a las madres de haberse acostado con blancos, en otras, de haber mantenido relaciones con
tokoloshes, espíritus malignos. "Me cuidó mi abuela, mientras mi madre trabajaba", dice
Mluge. En la escuela, "hasta el maestro tenía miedo y, en vez de ayudar me recomendó quedarme en casa".
Mluge se trasladó a Dar es
Salaam, donde la situación de discriminación no es tan acusada. "En las áreas urbanas la gente sabe que el albinismo es una condición genética, el problema sigue arraigado en las áreas rurales". Aún así, el único salario que entra en su casa es el de su mujer, también albina, que trabaja en un servicio de comidas.
"Nunca he tenido trabajo, nunca me han contratado", se lamenta
Mluge, que se ha responsabilizado de organizar la Sociedad de Albinos de
Tanzania (
TAS, en inglés). "Hace falta mucha educación, esto no lo habíamos visto nunca", explica en referencia a los asesinatos. De igual manera opina
Theodory Mwalongo, director de Acción en
Discapacitación y Desarrollo, que colabora con
TAS.
Un dato curioso es que en África hay m´s
albino que en
otra parte del mundo. Si en Europa albinismo es de uno por cada 17.000 personas, en África asciende a uno entre 2.000 o 5.000 habitantes, dependiendo del país.